Lo que saco era un dije, era negro que destellaba con la luz del sol en sus bordes, no tenia ningún rayón que sugiriera que fuera antiguo o muy usado.
- Este Dije me lo dio alguien que fue como mi madre, me dijo que siempre que lo tuviera puesto estaría a mi lado- mientras escuchaba la historia Misa empezaba a ponerse sentimental, - entonces creo, no, se que siempre que lo tengas puesto yo también estaré a tu lado, por favor acéptalo Misa-.
Misa casi no podía contener las lagrimas, por que darle algo tan importante a alguna desconocida, acaso era como ella, también había estado mucho tiempo sola, no podía permitirse rechazarlo después de esas palabras tan significativas, solo pudo responder con una voz entre cortada.
-¿En . . . En serio quieres dármelo?, es algo demasiado importante-.
Cuando Misa miro para conseguir una respuesta Christin ya había levantado sus brazos por encima de su cabeza, puso el Dije gentilmente sobre su cuello, lo acaricio una ultima vez y le de dedico una sonrisa de aprobación, - Te queda muy bonito Misa, por favor cuídalo-.
Ante esto Misa no pudo ganarle a las lagrimas que ahora recorrían su rostro, en sus recuerdos nadie le había hecho un regalo y menos tan importante. - Gracias Christin, . . . de verdad, . . .-. No podía contener esos sentimientos que sentía, una alegría inmensa la embargaba, solo cerro los ojos y apretó fuertemente su nuevo bien mas preciado.
- Perdóname si lloro, pero es que nadie nunca me había regalado algo tan significativo, y simplemente me hace muy feliz,- recitando las palabras en voz baja lo suficiente para que pasaran el nudo de su garganta que seguía luchando por no llorar demasiado.- disculpa pero, ¿te molestaría que te abrace un momento . . .?- Misa le pregunto a Christin mirándola con unos ojos que si bien estaban llenos de lagrimas expresaban lo que se describiría como felicidad.
- Claro, somos amigas después de todo-. Comprendiendo que Misa ya no podía contener el llanto queriendo desahogarse, respondió rápidamente, de inmediato Misa se abalanzo al cuerpo de Christin, y esta dejo que liberara todas las cosas que la invadían en ese momento, pero lo que no vio Misa fue un rostro inexpresivo, alguien que la miraba con pesar y arrepentimiento, era Christin.
<<Lo lamento, pero lo he confirmado, tu eres la mejor elección que pude haber hecho, desde ahora tendrás una gran y terrible carga, espero que me perdones algún día, Misa.>> Pensaba Christin mientras sonaba la campana para volver a clases. . . continuara.
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